Un ángel de 4 patas

Me escaparé entre las líneas de este escrito, lo que me permite derretirme de amor genuino, desde que conocí el amor de los seres de 4 patas. 

La primera experiencia de un ángel perruno fue hace 8 años, se llamaba Whisky y por razones que desconocí lo perdí al tercer mes de vida.


La primera vez que te pasa, es difícil perder un perro, se siente desgarrador. Esta situación que viví la asimilé rápidamente porque no conviví con el mucho tiempo, pero después de este, el dolor de perder estos seres se agudiza según el tiempo que comparten contigo. 


Ante esta primera historia, juré no tener otro más en mi vida…


Fue entonces cuando inesperadamente llegó el amor de mi vida llamado “Lukas”, seguidamente adopte otra perrita de la calle que llamé por nombre “Cane”, que luego de tenerla 5 años, también perdí. 


Superar la pérdida de un perro es indescriptible y profundo, cómo te explico, mientras más permanecen en tu vida, se encapsulan en tu día a día, se convierte en algo trágico que no cualquiera comprende.


Pero uno valora el tiempo de cada perro en la vida de una persona, pues ha sido Lukas el más importante en la mía, el que ha dejado un hueco imborrable en mi corazón.


Hace un mes lo perdí, me dio luz durante 7 años, no puedo decir que fué mi hijo y mucho menos mi mascota, el fué mucho más que eso, de haber tenido voz y razón, me hubiera dicho lo difícil que fue haber intercambiado su energía positiva por cada gota de negatividad de la mía.


Recordarme lo orgulloso que estaba de haber formado parte de cada eslabón de mi compañía, para complementar la suya.


Mientras el con su vibra cambiaba la mía en energía y luz, en mis ratos abrumantes y oscuros, el comprendía en silencio lo que sufría, y solo estaba ahí, siendo el, siendo mi perrito consentido, el era feliz. 


Ante el no debía demostrar ser fuerte, no debía disimular e intentar ser mejor de lo que realmente soy, no tenia que comprarlo con buena actitud, o ser especial para conservar su amor.

Ni siquiera podía engañarlo intentando ser una dama o más humilde, el me amaba más que así mismo, este ser de luz superaba mis expectativas, era inteligente y no entendía como es que lo podía ver como una simple mascota, el era en mi vida un ángel de 4 patas. 


El fue el baúl de mis emociones, experiencias, recuerdos, motivos, mi más fiel compañero, Dios sabía cuánto lo necesitaba en el tiempo que estuvo conmigo.


Estuvo a mi lado, cuando recién entendía que cruzaba por una mal historia de amor en mi vida, cuando necesitaba llorar y estar ahí en silencio para no sentirme sola, estuvo a mi lado cuando tenía malos días y nadie aguantaba mi presencia a diferencia de él.

Continuaba a mi lado, cuando la mayoría de las personas que conocía iban desapareciendo, se quedaba ahí cuando tomé decisiones que yo misma cuestionaba, siguió presente cuando viajaba seguido y lo dejaba solo, ansiando con paciencia mi regreso. 


Cuando en cuarentena nos desesperábamos por estar encerrados, el sabía cómo se sentía, pues siempre aguardaba en soledad mi presencia al final del día. En estos 7 años pasaron tantas cosas, hubo tantos cambios, que a veces llegué a sentirme como una viajera de la vida sin rumbo. 


En ocasiones los humanos somos cómo equipajes, a veces perdidos, que no culminan en llegar a su destino, cómo esos tipos de textos de amor que se escriben y nunca llegan a su destinatario; mi vida tan cambiante, y siempre fue él lo único que no cambió. 


La única conexión entre tantos estilos de vidas que uno lleva, entre los tantos tipos de personas en los que me convertí, las lidió conmigo. Sé que nadie puede verlo con esta intención profunda, con esta forma de querer a un “animal” que nunca se comportó como tal, y es irónico haber conocido a seres humanos con actitudes que si parecían de un animal.

Desde que se fue, han sido muchas noches en las que no tuve nada, después de haberlo tenido todo, y la vida parecía prestarme de a ratos el día a día, cambios drásticos en los que llegaba a mi almohada a llorar y no estaba ahí, para sentirme acompañada en mi desdicha. 


Solo él, mi amigo amado Lukas, transitaste a mi lado cuando salí de mi hogar y cuando regresé a él, he utilizado tantos disfraces que solo tú conociste y en todos me reconocías como tu dueña, como yo misma, desde lejos olías mi esencia y jamás iba a ser confundida, siempre única. 


Ahora te toca estar a lado de todos los seres como tú, en algún lugar que Dios les haya preparado. Nuestro destino era encontrarnos y amarnos hasta que Dios puso la fecha de tu adiós, mi gran guerrero, mi ángel guardián. 


Te amaré siempre. 





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