¿Exigimos mucho cómo mujer a los 30?

No, no somos exigentes a los 30, tampoco tenemos estándares tan altos. Claro que, cualquier persona que no tiene definido a estas alturas su valor personal no va a reconocer a quien en vez de venderte oro te ofrece espejos; quien tenga esa pesa que dicta el gramo exacto de cada experiencia vivida, sabrá entonces el valor del oro en cada kilate.

- Clarice Lispector 
(Novelista Brasileña).
sabe reconocer esto mismo, en su prosa, lo que indica que no exigimos mucho, nada más sabemos que lo que tiene alto valor, no siempre estará al alcance de muchos. 

Ya escondí un amor por miedo de perderlo. Ya perdí un amor por esconderlo. Ya me aseguré en las manos de alguien por miedo. Ya he sentido tanto miedo, hasta el punto de no sentir mis manos. 


Ya expulsé a personas que amaba de mi vida, ya me arrepentí por eso. Ya pasé noches llorando hasta quedarme dormida. Ya me fui a dormir tan feliz, hasta el punto de no poder cerrar los ojos. 


Ya creí en amores perfectos, ya descubrí que ellos no existen. Ya amé a personas que me decepcionaron, ya decepcioné a personas que me amaron. Ya pasé horas frente al espejo tratando de descubrir quién soy. 


Ya tuve tanta certeza de mí, hasta el punto de querer desaparecer. Ya mentí y me arrepentí después. Ya dije la verdad y también me arrepentí. Ya fingí no dar importancia a las personas que amaba, para más tarde llorar en silencio en un rincón. 


Ya sonreí llorando lágrimas de tristeza, ya lloré de tanto reír. Ya creí en personas que no valían la pena, ya dejé de creer en las que realmente valían. Ya tuve ataques de risa cuando no debía. 


Ya rompí platos, vasos y jarrones, de rabia. Ya extrañé mucho a alguien, pero nunca se lo dije.

Ya grité cuando debía callar, ya callé cuando debía gritar. Muchas veces dejé de decir lo que pienso para agradar a unos, otras veces hablé lo que no pensaba para molestar a otros. 


Ya fingí ser lo que no soy para agradar a unos, ya fingí ser lo que no soy para desagradar a otros. Ya conté chistes y más chistes sin gracia, sólo para ver a un amigo feliz. Ya inventé historias con finales felices para dar esperanza a quien la necesitaba. 


Ya soñé de más, hasta el punto de confundir la realidad. Ya tuve miedo de lo oscuro, hoy en lo oscuro me he encontrado una luz, alumbra tan fuerte como si estuviera de día, al final reconozco que yo soy es luz tan brillante y que ya nadie podrá fácilmente apagarme. 


Caminando por la vida, comprendemos que lo importante no es saber lo que uno tiene, sino lo que vale.- 




Comentarios