Entre líneas.

En mis emociones profundas he deseado que alguien llegue a amarme con el mismo ímpetu con el que suelo amar, he conocido las noches de lluvia en plena soledad, queriendo que alguien esté conmigo, viendo la lluvia en silencio, oliendo juntos el olor a petricor.

Pero ya no suelo creer en que alguien va a llegar y decirme, “eres lo que estaba esperando”, ya no creo en estos romances ni fantasías que te envuelven y te hacen creer que aún sigues lleno de esperanza y fe en algo que hoy en día va muriendo.

Soy un ave caída, tengo las alas rotas; en ocasiones de elegir una película ya no me siento con mis palomitas a ver las escenas más nostálgicas y llenas de sentimientos, ni llorar cuando algo verdaderamente conmueve, por que he dejado de creer en el amor.

Fui un ave algún día, o talvez quise ser un águila, pero volé, volé y volé, mis alas extendían su vuelo lo más alto que podían, queriendo ser como las águilas o imitándolas, quería ser libre, quería, solo quería; pero me distraje por un momento y olvidé mi camino por el cielo. 

Iba cayendo de tan alto, sentí que ya no seguía volando, algo pasaba que no podía elevarme, algo interrumpió mi vuelo y me caí, caí tan fuerte, tan profundo, que adolorida y sin muchas fuerzas, estando desde el suelo, demolida por mi caída, sabia, lo sabía, tenía que levantarme para volver a volar.

Por que a un águila jamás se le veía perder y si cuando se renovaba, ellas solas se quitaban su plumaje y su pico hasta sangrar, así también tenía que rejuvenecer mis ganas de volver a subir y más alto, donde nadie me pudiera alcanzar.

Forme una coraza impenetrable, pero quizá eso no nos permita ver más allá, de lo que nos merecemos por haber pasado tanto, no me he dado la oportunidad de observar detenidamente que ahí puede estar mostrándome la vida, el caballero de los cuentos de hadas que había leído en algunos escritos de fantasía.

De las películas más románticas de princesas y castillos en los que ya no creía, pero que sigo guardando en la memoria de mis pequeñas ilusiones, en esas donde algún día imagino aparezca un noble príncipe a mi rescate, de los que pintan las historias más bonitas que aún no he conocido, que llegan para encontrarte y enseñarte a volar de nuevo, volviendo a creer en el amor, en los sueños, en las cosas que te hacen sonreír, de esas que tiene la vida con un sorbo de vino bajo las estrellas.

Comentarios