¡Que dilema, el corazón y el orgullo!

Corazón: Tengo ganas de hablar con alguien, desahogarme y decirle que me siento triste, ¡lo extraño!.

Orgullo: No le digas a nadie, nadie debe de saber esto, ademas no debés estarlo, no te sientás así, no te aferrés, soltá, ya olvídate de él.

Corazón: ¡No puedo, es que lo quise de verdad!, ¡necesito desahogarme!, aun no estoy lista para soltar, necesito llorar.

Orgullo: No te mostrés débil, la gente se aprovecha cuando te ven así, sufriendo, sonreí, levanta la cabeza, ¡vamos dale! disimulá, aquí no ha pasado nada.

Corazón: ¿Como podes ser tan frío?, ¿como fingir que no pasa nada?, ¿no ves como duele? en todo caso necesito sacar todo esto que siento, voy a llorar sola, necesito llorar.

Orgullo: Débil como siempre, pero si eso querés perder el tiempo, dale, llora sola, mejor asi, a qué se lo contés a el, desahógate, vas a estar bien, recordá, “que nadie se entere” y esto será breve.

Corazón: Quisiera ser como vos, esa fuerza, carezco de ella.

Orgullo: Gracias pero este don es nato, en cambio vos, siempre regándola, tenes la culpa de que te pase esto, te dejas llevar por tus latidos, ¿y así como?.

Corazón: Es que, no sabía que esto me pasaría, he llegado a pensar que tarde o temprano, todo lo que encuentras y te hace feliz, siempre se va; que irónico, quien vino a curarme, a mimarme, consentirme y tal vez amarme, ahora su adiós deja una herida más grande, que la que una vez sanó.

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